sábado, 20 de noviembre de 2010

Otra chela.

Entre nubes de humo y aromas desagradables; sudor, tabaco, sexo, marihuana. Sentado en el frío piso de un auto nombrado pub irlandés, con más parecido a una cantina mexicana que el restaurant bar con adornos alusivos al 15 de septiembre, que enarbola el título de Cantina La Adelita.

¡Otra cerveza! --Grita una voz trémula, mientras unas hábiles manos quitan la corcholata de una botella de vidrio que debería estar fría. Unos pesos extraídos del bolsillo izquierdo y un encendedor para prender el cigarro y despistar el olor a mota.

Una mujer gorda ríe escandalosamente mientras retira el inquieto brazo de su acompañante que rodeaba su gran cintura. El sonido de un golpe en sus grandes nalgas y una vez más la molesta risa, que sirve de preámbulo al asqueroso beso. La saliva escurre por la comisura de sus bocas. Él trata de meter sus manos debajo del pantalón de la gorda para apretar sus carnes y con una espantosa mueca de placer, la gorda le muerde el cuello, para después tomarlo de las manos y llevarlo fuera de la vista de los demás. Salen, quizá con rumbo a un hotel de paso.

Empino mi chela, un trago para mitigar la sed, otro para brindar con los cuates y el último “para matar” y pedir una nueva. A estas alturas de la fiesta, que estén frías o calientes no importa. En la mesa de enfrente hay un par de tipos, igual o más alcoholizados que nosotros. Los acompañan unas chicas de buen ver y mejor tocar.

Mi compa se está quedando dormido, cada rato tengo que darle un madrazo en las costillas para que despierte, no se puede quedar atrás.

Me levanto para pedir las cervezas, trato de mantener el equilibrio pero el suelo se mueve demasiado. Mi cara da de lleno con el suelo y brota un liquido por mi nariz, no duele, sólo siento calor. Los tipos de la otra mesa se burlan y el cantinero corre a levantarme. Esperan a que pare la sangre y nos corren a todos del lugar. Salimos sin protestar, llevando escondidas algunas botellas llenas.

De vuelta a la calle, ocultando las chelas, evitando a los puercos de azul. Enciendo el poco hash que me queda y paso la pipa a la banda. Mi compa esta cayendo de sueño, ni madres que se va a dormir. Lo reto a una cruzada. Se niega, pero aún así, termina bebiendo todo el contenido en un trago.

Un abrazo y parece que va a vomitar, le tapo la boca con mi mano, las chelas no son para desperdiciarlas de esa manera. Con gran esfuerzo vuelve a tragar todo mientras me limpio en su ropa. La banda abre otra chela, la última.

Unos gemidos llegan a mis oídos, la curiosa pareja de hace rato se oculta entre los arbustos, me dan más asco que el vómito de mi compa. Caminamos para alejarnos, los reproches de la banda alborotan la fría noche, tienen tantas ganas de coger que ver a una pareja hacerlo les ayudaría bajarse las ganas. Quizá una chaqueta antes de dormir les haría bien.

Nos detenemos cerca de una tiendita y sacamos los últimos pesos de la bolsa, otra chela y aquí se rompió una jerga.

Una caguama en bolsa pasa de mano en mano, de boca en boca sorbiendo del popote, sentados en la banqueta, lejos de las lámparas. Alguien saca otra bacha… unos submarinos…

...

Desperté a punta de madrazos, unos pinches puercos nos toparon. La banda se había desafanado en la madrugada, nada más quedamos mi compa y yo, tirados en la calle, durmiendo a toda madre. Me treparon a la patrulla, allá, lejos de casa, lejos de mis jefes.

Medio pedo, medio pacheco. Sin saber que pedo, me refundieron en galeras y yo que pensaba que iba salir pronto, tres días de sufrirla y la chingada, ¿qué más le podían hacer a un pinche vago como yo? Ni siquiera encontraron mota o la bolsa de esa última chela.

Pero puta suerte la mía, como es pendejo mi compa… morirse de congestión alcohólica en pleno cervantino. Tenia que ser tan pendejo, le dije un chingo de veces que no se quedara dormido.

martes, 2 de noviembre de 2010

Octubre.

El mes pasado estuvo lleno de sorpresas, muchas de ellas agradables. Sinceramente creo que tengo una vida genial, llena de tantas experiencias “raras” (a falta de una mejor palabra). Quizá únicamente sea la percepción que tengo sobre ellas, nada que ver con fantasmas, sino con el modo de aprender algo nuevo cada día.

Fueron 3 semanas en las que los planes cambiaron de una y otra manera. Mientras una sonrisa se mantuviera en mi rostro, no tenía nada más de que preocuparme. Mantenerla no fue fácil, siempre pasa uno que otro “imprevisto”. Llamase dinero, familia, permisos… ¿novia? Nahh, soy soltero.

Sin embargo falta un motivo a mi existencia. Disfruto cada segundo, pero siento que falta algo, un motivo por el cual salir de la apatía y empezar a construir mi futuro. Los planes están: trabajar, tener una casa, viajar, escribir; falta esa fuerza que me haga saltar de la cama y poner en marcha la maquinaria.

Y puede que ya esté comenzando. Después de 2 meses sin escribir, retomo mi camino de las letras. Como sea, faltan 2 meses para terminar el año y no me gusta esperar al 31 de diciembre para ponerme nuevas metas. En una de esas, hasta me uno a la Revolución Mexicana parte 2.

Este blog sin sentido fue patrocinado por la leche con chocolate que estoy bebiendo y unas galletas del azul que buscan algunas chicas.