miércoles, 19 de octubre de 2011

El otro era yo.

Fue en mi juventud cuando me contaron esta historia. Viajaba en un taxi de la capital y de pronto el conductor comenzó a hablar acerca de su vida y experiencias. Era de noche y tenía un largo viaje por delante, así que escuché atentamente su relato:

--Era joven, como usted, en la mera flor de la juventud y ya tenía muchas ilusiones. Cuando uno es joven se ilusiona mucho con las mujeres. Uno cree que todo es fácil y así fue que decidí hacerme novio de una chavita que tenía otro novio. Se puede decir que el otro era yo.

Y si, joven, uno cree que todo es fácil y empiezas a enamorarte, como si el primer novio no importara, como si la chavita se fuera a enamorarse igual de ti. Así pensaba cuando era joven e ingenuo; por un momento me vi junto a ella, compartiendo la vista de un atardecer, tomando un helado juntos, caminando de la mano por el parque.

Por un tiempo pensé que sentía lo mismo por mi, su mirada me lo decía, sus ojos no podían mentir; eso creía yo. En realidad todo fue un engaño. Ya con el paso del tiempo me di cuenta de eso. Para ella fui un juguete, una aventura. Al fin y al cabo, si la relación conmigo no funcionaba, siempre estaría su novio, el oficial, el primero.

Y si, joven, tardé en darme cuenta de eso. No le daba importancia a sus repentinos cambios de humor conmigo, hacia de menos sus constantes rechazos creyendo que eran para guardar las apariencias. Como le decía al principio: puse mis ilusiones antes que todo y no me dejaron ver la realidad de las cosas: que simplemente no me quería.

Meses más tarde, ella se casó con su novio y yo tomé mi maletín y seguí mi solitario camino. Nunca más supe de ella, de verdad espero que le haya ido bien en la vida.
***
Al finalizar su relato guardo silencio el resto del camino. Pude notar un par de lagrimas nostalgia y debido a eso no me atreví a formular preguntas. Me sorprendió bastante lo que puede ocasionar el recuerdo. El dolor seguía presente a pesar del tiempo transcurrido.

Aquí debería terminar la historia de desamor, pero estaría incompleta si deja de lado mi propia experiencia:

Mi destino era la casa de mi novia. Simplemente iba por ella para salir al cine; me sorprendió ver un coche estacionado frente a su casa. Llamé a la puerta y salió ella, me miró de forma bastante peculiar y se limito a decir que su exnovio había regresado por ella. Que quería regresar con él y que lamentaba mucho la situación.

Sus manos no dejaban de sostener y acariciar un par de rosas que le había regalado su ex… un par de rosas la convencieron de botarme. Simplemente me coloqué los audífonos y tomé el siguiente taxi a casa. 

martes, 11 de octubre de 2011

Chalco.

Ps la vida allá no es tan mala... salvo por que hay levantones seguido, amenazas de muerte al lugar donde trabajo, un chingo de regetoneros, asaltos y un pendejo que probablemente esté pensando en madrearme.

En fin, Chalco es divertido. Hay mucho que ver aunque me la pase encerrado en mi agujero Hobbit (así llamo a mi cubículo de trabajo).

Otra cosa bonita de vivir allá, es que estoy solo y me da tiempo de escribir y leer. Ceno papas fritas y refresco y vivo en silencio.

Lo que si confieso es que extraño demasiado a mis amigos, más que a mi familia.