domingo, 26 de abril de 2009

En tiempos de Influenza

Terrible noticia afecta al país: Xbox 360 sigue reportando fallos. Tendré que esperar para comprarme uno, mientras ahorraré para mi PS3 y seguiré disfrutando mi Wii. Por cierto, también hay casos de una enfermedad llamada "Influenza". Nada sorprendente, la influenza viene cada año, es estacional. Pero, ¿es un virus nuevo? Si, lo es. Rescato un articulo de la Dra. Susana Cabrera: La influenza o gripe es una enfermedad respiratoria aguda febril causada por los serotipos A, B y C del virus influenza, típicamente estacional, con su mayor incidencia durante los meses de invierno. Si bien la influenza causa enfermedad entre todos los grupos de edad, los ancianos, los niños pequeños y los pacientes con enfermedades cardiopulmonares crónicas son los grupos con mayor riesgo de desarrollar la enfermedad. En su forma de presentación endemo-epidémica la gripe suele ser una enfermedad benigna y autolimitada, priorizándose la prevención mediante inmunización más que su tratamiento específico. En grupos determinados de mayor riesgo de desarrollar complicaciones relacionadas a la gripe y descompensación de patologías médicas previas adquiere jerarquía, además de la vacunación, el tratamiento antiviral específico si se desarrolla la enfermedad. Claro, las autoridades no mencionan esto, solo dicen que es un virus nuevo y dan ua serie de consejos. La Dr. Cabrera dice: Por otra parte, en el marco de una pandemia con circulación de un virus distinto a sus predecesores y contra el que la población globalmente considerada no tiene protección, el tratamiento antiviral debe proporcionarse independientemente de la presencia de los factores de riesgo mencionados. Yo me pongo a pensar: si de verdad es un virus nuevo, si de verdad son los principios o corremos riegos de Pandemia ¿Por qué no esta ha llegado la OMS y todo su equipo al país? con eso de que se contagia rápidamente y siendo el patio trasero de cierta potencia deberían tomar medidas preventivas. Hablando de "medidas preventivas" tenemos las siguientes: 1. Permanecer en completo reposo en casa. (No hagas nada, absolutamente nada, no pienses, no leas, no juegues con tus consolas, no hagas nada) 2. Evitar lugares de alta concentración poblacional (Quédate en casa, no socialices, no compartas ideas, no habrás tu mente a la pluralidad) 3. No saludar de forma directa (de beso o mano) para no contagiar a otras personas. (No toques a nadie, no sientas, quédate aislado del exterior) 4. Los niños enfermos deben evitar el contacto con ancianos o personas con enfermedades crónicas. (Hay que cuidar de los abuelos, pero hay que cuidar más a los niños de las enseñanzas de los mayores) 5. Mantenerse alejado de multitudes y sitios públicos. ¿(Se entiende o lo explico con manzanas? 6. Y lo mas importante: EL USO DE CUBREBOCAS. Cubre tu boca, no expreses tus ideas, no hables con las personas, mira a tu alrededor y siente miedo al contagio, pues el miedo impide pensar. Se que puede haber un problema real, que la situación es seria, pero tantas medidas, falta de congruencia en las diferentes declaraciones: que si es nuevo virus, que no hay que alarmar a la población pero ahi andan gritando a voz viva sobre los peligros de la enfermedad, etc, etc, etc, nomás no me cuadran. Entre paréntesis pongo mis opiniones sobre las medidas. En el trasfondo de una alarma epidemológica, creo se esconde un mensaje. Recién vi la rueda de prensa que convocó el gobernador de mi estado me puse a escribir esto, curiosamente, al terminar inició una mesa redonda sobre la construcción de la nueva refinería. Queda a discusión. Fuente: Dr. Susana Cabrera

miércoles, 22 de abril de 2009

Quebranto.

Primera Parte.

De pequeño tenía un sueño recurrente. Me da miedo solo de recordarlo y no me atrevo a manifestar su contenido. Despertaba por las noches asustado, me sentía indefenso. No podía volver a dormir; sin proferir sonido alguno, permanecía acurrucado, temblando de frío, mirando la tenue luz que se filtraba a través de las cortinas de la ventana de mi habitación. Después de un rato, mis ojos se acostumbraban a la oscuridad y recostado sobre el sillón que llamaba cama observaba los detalles de mi habitación.

Como la mayoría de los niños pequeños, mi imaginación destacaba los mínimos detalles al grado de producir miedo y asombro: la lámpara se convertía en un rostro amenazador, los adornos de las paredes, otrora alegres, proyectaban soledad (reflejo de mi alma) y una chamarra mal acomodada se transformaba en un intruso en la alcoba.

A veces el viento soplaba tan fuerte que su aullido ocultaba el ruido de los coches que pasaban por la calle y me preguntaba cómo era que las personas normales podían dormir, cómo podían descansar por las noches. Lo poco que podía ver y lo mucho que escuchaba creaban una atmósfera opresiva que alimentaba mi ya exaltada fantasía y confería cierto misticismo y solemnidad a mis pensamientos.

Estaba asustado, aún lo estoy. No podía llorar, no podía dormir. Lentamente me hundía en la desesperación. Incapaz de actuar, me cubría el rostro con las mantas y rogaba a Dios (sin obtener respuesta) para que todo terminara pronto. Quería dormir. Si hubiera tenido el valor de levantarme de mi cama, de comprobar que había en mi habitación, tan solo enfrentar mis miedos...

Porque tan sólo era eso: Miedo.

Un miedo que no me abandona, que me agobia y me encadena a la soledad, que destruye mi esperanza y marchita mis ilusiones. Ante la incertidumbre no puedo hacer nada más que contemplar la miseria en la que me derrumbo porque si algo ha cambiado en el transcurso de los años es que de pequeño sabía que le temía a la oscuridad... ahora no se a qué le temo.