martes, 18 de noviembre de 2014

Los tres puerquitos. (Versión libre del cuento "Los tres cochinitos")

Tres puerquitos habían quedado huérfanos. Su madre había trabajado toda su vida pero con la difícil situación económica, no quedó más que para un sencillo funeral. La casa del papá cochino que había muerto unos años atrás, fue embargada y los tres puercos se fueron a la capital, buscando cambiar la mala fortuna que experimentaban.

El primero de ellos buscó trabajo en un restaurante, pues le gustaba mucho comer y pensó que dedicandose al negocio de la comida encontraría un empleo digno que le permitiera unir su pasión por la comida y generar ingresos monetarios.

Fue contratado, pero no como cocinero, sino como lavaplatos. El cloro y la grasa pegada en las ollas le producían asco. Aguantaba lo mejor que podía pero a veces era tanto el malestar que tenía que salir corriendo al baño para vomitar. Esto no era del agrado de los dueños.

Con su pobre sueldo rentaba un cuartucho en una casa de paja. Compartía el edificio con algunas gallinas que dedicaban sus noches a complacer a los lobos y uno que otro chango. Uno de los simios le había dicho que podía ganar "una feria extra" si le entraba de policia y le daba rondines a las gallinas por las noches. Para cuidar que ningún lobo se excediera en los tratos. El pobre puerco, aunque pobre, tenía cierto grado de moral.

Así pasaba sus días, entre grasa, trastos sucios, jabones irritantes y burlas. Las noches no eran mejores, pues las gallinas metían a sus acompañantes y hacian mucho escándalo al "trabajar". Estaba un poco fastidiado, pero tenía la esperanza de salir despúes de algunos meses.

El otro puerco había decidido dedicarse a la música. Pensó que con su talento podría ser admirado, incluso tener un contrato millonario con alguna disquera multinacional. Llevaba consigo un par de tambores y se subía a los camiones a "darle a la batucada"; los fines también se iba al centro. La gente le aplaudía y le dejaba unas monedas. No era mucho pero sacaba para lo necesario: las chelas.

Este puerco tenía un gusto particular por la cerveza... y el tequila, los mezacles, el pulque, ron, brandy, whiskey, vino, vodka y hasta perfumes. Se la pasaba "en el coto" imaginando con sus cuates el día que se armara la banda y sacaran las rolas chidas, ahí, tocando en el escenario principal del Vive Festival Musical de Cultura Popular. Esa sería la buena vida. Por ahora, vivía en un jacalito de palos y madera.

Finalmente, el menor y más huevón de los puercos. Este no quería trabajar, por lo que se fue a las oficinas del Partido Radical Intervencionista para unirse a los grilleros. Como tenía fama de alborotador y ser bien "bisnero" y "verbo", rápido le "tiraron un hueso". Así que ahora andaba atras de "El Candidato" y siempre le llenaba la plaza.

El menor de los puercos se supo mover y a la primera se agandalló un depa chingón en una zona "nais" (era de una familia que no "se puso la del puebla" con los lics y les embargaron la casa). Ya mas estable, este puerquito puso en marcha el plan que tenía desde la muerte del Puerco Papá. Tenía muchas ambiciones y haría lo que fuera para cumplirlas.

Un dia, su hermano el lavaplatos fue a pedirle un prestamo, pues necesitaba urgentemente salir del lugar de la paja. Ya no soportaba vivir entre gallinas ponedoras y otras "gentes" de peor calaña. El menor le dijo que no se preocupara, que en tres días le resolvía su conflicto. Solo tenía que hacer unas llamadas al lic y todo se iba a resolver.

Por la tarde el menor fue a ver a su hermano el músico y llevó unas botellas de finos licores. Tomaban a gusto mientras discutían la desgracia del puerco lavaplatos. Convinieron ayudarlo y se abrazaron fuertemente. Aunque diferentes, ellos eran hermanos y se iban a ayudar. Juntos en las buenas y en las malas. 

El puerco grillero salió y le dejó a su hermano unos dineros para que se siguiera la fiesta con la banda. Ya muy entonado, el músico se puso a fumar mota y darse unos tragotes de whiskey (rara vez le alcazaba para tan fina bebida). La música sonaba a todo y daba unos gritotes cantando que los vecinos le reclamaban, pero como ya estaba acostumbrados a sus desmadres, ni lo pelaron.

El problema surgió cuando la casita de madera se prendió fuego. El puerco músico estaba tan pedo que ni sintió el calor de las llamas. Según los peritos, se muríó asfixiado antes que se calcinara el cuerpo. 

Los hermanos restantes lloraron la tragedia. Otra muerte más en la familia. Los gastos corrieron a cargo del menor y por esta razón ya no pudo prestarle dinero al otro puerco hermano. El cocinero frustrado también culpaba al menor por la muerte del músico. La desgracia los había distanciado.

Con tantas cosas en la cabeza, fue a buscar al simio y aceptó la oferta de ser policia y cuidar un rato a las gallinas. Dejó el trabajo de lavaloza y se puso un uniforme azul. Daba los rondines a las 12:00 de la noche, que era la hora cuando salían los lobos en busca de una gallina suculenta. Mientras jugaran con las reglas, el lobo experiementaba el paraíso. Si no... una madriza.

A la tercera noche, fatigado por este nuevo modo de vida, fue a platicar con el simio para buscar chamba de otra cosa. Le dijo que por la mañana le daria respuesta, pero mientras tenía que seguir en su rutina. Caminaba por oscuras calles cuando escuchó una cacareo angustioso. Se asomó a un viejo hotelucho de paso y en el cuarto del fondo estaba un lobo feroz sodomizando brutalmente a una de las gallinas protegidas.

El puerco actuó sin pensar, pero aquel lobo andaba en drogas bien duras. Así que quien recibió la madriza fue el puerco. Y tan dura fue, que terminó con el craneo aplastado. Murió a los 3 meses, en un coma inducido.

El hermano menor estaba solo en el velorio. El candidato pasó a saludarlo pero no se quedó mucho rato. El única que andaba ahí era su cuate, un lobo que conoció poco antes de la muerte del papá puerco. Esta amisad nunca le gustó a la mamá puerco, pero las cosas así se dieron.

Y digo se dieron porque ambos estaban enamorados. El puerco menor sabía que jamás iban a permitir una relación así en la familia, pero ¿qué puede hacer uno contra el amor? El lobo y el puerco planearon meticulosamente el asesinato de toda la familia.

El músico fue fácil. Solo hubo que empedarlo y provocar el incendio. Como nadie de los vecinos lo quería por desmadroso, no armarían pedo. El otro puerco, el honesto, requirió más empeño. Hubo que obligarlo a entrarle a la policia. Se le soltó una feria a los altos mandos para que se diera los rondines por los gallineros, esos lugares se les asigna a gente  de confianza y salen buenos "bisnes".

Un compadre del lobo, que tiene problemas de drogas, completó el espectáculo. Lo metieron con una gallina que, en realidad, debía una feria por protección. Así que, dos pájaros de un tiro. El lobo feroz le haría llegar el mensaje a la gallina y acabaría con la molestia del puerco lavaloza.

Y así, tomados de la mano, reían en silencio frente a  las tumbas de la familia Puerco. Y fueron felices para siempre.