jueves, 22 de marzo de 2012

Un tipo raro.

Como hoy no se que escribir, les contaré una anécdota de cuando era un morro que se comía los mocos.

Era precisamente tiempo de primavera, tenía como 9 años y me gustaba salir a los columpios que estaban cerca de donde vivía. Total, un día de esos, me encontré con un can medio mugroso y como me dio miedo acercarme decidí regresar a casa. Ya estaba a punto de dar la vuelta cuando vi que el perro respondió al llamado de un hombre grandote y fuertototote que nunca había visto por ahí cerca.

Como el perro ya se iba, regresé a mi columpio favorito y comencé a balancearme como de costumbre, en eso, regresó el hombrezote, pero ya sin perro; se paró junto a mi y comenzó a hacerme preguntas: que como me llamaba, que donde vivía, que quienes era mis padres y así. Como yo era un niño muy precoz y ya veía películas de terror, supuse que este tipo no tenía buenas intenciones, así que aprovechando la cara de pendejo que siempre me he cargado, respondí amablemente sus preguntas con toda clase de mentiras que se me iban ocurriendo.

Le dije que yo no era de allí que venía del DF junto con mi tía porque aquí vivía uno de sus amigos y seguido venía a visitarlo, aunque en esta ocasión era diferente porque uno de los hijos del señor había fallecido. Le conté que era mi amigo y que siempre que venía, salía a jugar con él por este parque. Le decía que extrañaba mucho a mi amigo y que ojalá que se pudiera revivir con las esferas del dragón (si, Dragon Ball estaba de moda).

Ahora que lo pienso, dudo que aquel tipo haya creído mi historia, pero si fue real su desconcierto, sobre todo cuando le dije eso de las esferas del dragón. Total, el don ese me dio el pésame y dijo que quería conocer a mi tía, le dije que si, que seguramente estaba en el velatorio del centro de Pachuca. Me dijo que él me llevaba pero le dije que no, pues desde el principio no había querido ir porque me daban miedo los ataudes; así que se fue solo. Pensé que ya me dejaría de molestar pero para asegurarme, regresé a casa y mejor puse un rato los videojuegos.

Pasaron unos días y no volví a ver a aquel sujeto. Una tarde, ya casi en otoño, volví a encontrar al perro feo ese y en consecuencia, a su dueño. Traté de no hacerle caso, pero antes de llegar al columpio, me habló y dijo que quería platicar conmigo, como esa vez. En contra de todo el sentido común, fui con él a unas banquitas del parque a platicar. Lo que me contó me sorprendió muchísimo.

Resulta que ese día si fue al velatorio del centro y como era de esperarse, descubrió mi mentira. Lo que no esperaba encontrar era a su propia madre siendo velada, pues había fallecido de un paro cardíaco. Él había salido de su casa años antes a causa de una fuerte discusión y jamás le había dirigido la palabra. En consecuencia, sus hermanos dejaron de hablarle y así estuvo incomunicado de su familia durante mucho tiempo. Llegó de pura casualidad y no fue bien recibido, sin embrago, se quedó unas horas antes de salir y regresar a su rutina. Si antes no le hablaba a su mamá, no tenía porque hacerlo ahora que ya estaba muerta.

Terminaba de contarme eso, cuando mi papá me gritó y yo me asusté, corrí a verlo y me preguntó por el sujeto con él que estaba platicando. Le dije que no lo conocía pero que estaba ahí y pues... me regaño mi papá y me dijo que había hecho mal en hablar con extraños. Me metió a la casa de una oreja y pasé mucho tiempo sin salir.

No se que tan cierta haya sido la historia del tipo ese, como dije antes, dudo que me haya creído desde un principio, tal vez sólo buscaba seguirle el juego a un chavito menso.

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