viernes, 7 de septiembre de 2012

Azulado

Estoy recostado en la cama. Muchos fuman después de hacerlo, yo no; aborrezco el sabor del tabaco. Lo malo es que tampoco duermo. Tomé estas hojas y un lápiz para escribir hasta que me canse... o ella despierte.

A mi izquierda está ella. Duerme profundamente, desnuda bajo las sábanas. Observo su cuerpo moverse al ritmo de su respiración. Es bonita, muy bonita. Dejo que pasen los minutos mientras recorro su silueta. Me gusta mucho.

En la habitación hay restos de la fiesta. Su ropa interior adorna las paredes y me pregunto en qué momento dejé que ocurriera eso.

Río en silencio y vuelvo los ojos a ella. Es justo el momento que dudo de lo que veo. Ya ha pasado antes y se vuelve más frecuente. Se que me acosté con un mujer de corto cabello teñido de rubio, pero ahora es castaño, liso y largo. Ha cambiado el perfume de su cuerpo y se ha desvanecido el maquillaje de su rostro.

Ya no puedo culpar a las sustancias que ingiero. Ya no debo tratar de engañarme a mi mismo... quien está acostada, durmiendo a mi lado, no es la misma mujer que hace una hora.

Sería equivocado suponer que contemplo su genuino y noble ser. No. Repito, no es la misma mujer. Ahora es la proyección de mis verdaderos deseos e ilusiones. Una mujer que cada noche trato de olvidar y que siempre traigo a mi cama, disfrazada, con otro nombre y aroma.

La llevo en mi mente, pero admito que no es alguien con quien he compartido mi cama. La he visto dormir, si... incluso soñar. Es hermosa. He imaginado adentrarme en sus sueños y vivir en ellos. Se que nunca lo lograré, sin embargo, no puedo librarme de estos pensamientos. Me siento atado a su persona, tal vez no se da cuenta de lo que siento o pretende ingnorarlo. Yo no puedo olvidarlo...


La mujer a mi lado despierta. Otra vez es rubia, de cabello corto. Percibo su horrendo perfume. Voltea a mi; su mirada no es de amor. Le dije que necesitaba unos minutos para terminar estas líneas. Ni siquiera se interesa en lo que escribo.

Todavía es de noche. Otra vez miro sus ojos y los confundo con los de mi amada. Despejo mi mente, descubro sus senos, termino esta frase y regreso a su lado.

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