viernes, 27 de enero de 2012

Burla.

Corría el año de 1995. Me encontraba en cama. No había mucho que hacer; desde que ella se fue decidí tomar un descanso de las tareas de limpieza. Por extraño que parezca, la casa estaba mucho más limpia o tal vez era que ya no había que limpiar la suciedad de dos.

Recuerdo que ese día salí a buscar algo de comer, llevaba 3 días a base de cacahuates, agua y frituras. Todavía me quedaban un par de días antes de regresar a trabajar. Dudo que el jefe haya creído el pretexto de enfermedad, parece que tuvo lastima de mi caso... bueno, retomando, estaba pagando el importe de 2 latas de atún, un frasco de mayonesa y un paquete de galletas cuando la vi. Ahí estaba ella, de la mano con otro tipo.

Mi primer impulso fue arrojar el frasco de mayonesa directo a la cabeza de aquel imbécil, recordé la situación en que me encontraba y el lugar donde estaba. Guardé compostura y permanecí lo más tranquilo posible. La cajera inmediatamente notó algo raro en mi, no supe dar excusas y logré llamar la atención de "la feliz pareja".

Tuve que enfrentar la situación con la mayor dignidad posible, aunque mi barba de semana y media, la peste ocasionada por no bañarme y mis enormes ojeras no ayudaban en mucho. Estoy seguro que se rieron de mi, no lo dudo ni un instante porque después de los hipócritas saludos y cortesías, aquellas personitas, se atrevieron a invitarme a su boda.

Si, lo sé. Fue humillante pero me ayudó a salir del hoyo. No iba a permitir que continuaran su burla. Les dije que ahí estaría. No lo hice, no fui porque seguramente habría hecho un caos en su celebración.

Recuerdo que ese día salí con mis amigos y conocí a una chica que luego se convirtió en mi novia. También cortamos, pero al menos no tuvo el descaro de invitarme a su boda a poco tiempo del rompimiento. Como sea, ya es historia y el pasado no puede lastimarte, no a menos que lo permitas.

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