miércoles, 15 de febrero de 2012

Cierta noche

Mientras caminaba, salió súbitamente gritando tan fuerte que terminé aturdido. Corrió hacia mi para protegerse, pero lo único que consiguió fue tropezar con la banqueta. Estaba tan asustado como ella y me quedé inmóvil, apenas alcancé a ver la patada que le propinó en el abdomen.

Eso me causó indignación y tal fue mi coraje que salí de mi estupor, dispuesto a golpear al individuo aquel. Tenía toda la pinta de ser un paria, así que corrí resuelto a defender a la mujer. Lo tomé por sorpresa y le propiné un certero cabezazo justo en la nariz. Sentí su sangre correr por mi cara, lo cual me distrajo, momento que aprovechó el individuo para desembarazarse de mi. 

Recibí fortísimos golpes en el rostro, uno me dio cerca de la oreja, por lo que perdí momentaneamente el equilibrio. Eso lo aprovechó muy bien mi atacante, pues me derribó con un fuerte empujón, tras lo cual, ya estando en el suelo, arremetió con patadas mientras yo cubría mi cabeza lo mejor que podía.

Luego se detuvo, pues la mujer lo jalaba del cabello para impedir que continuara su ataque; caro le costó el atrevimiento, debió huir mientras podía pues ahora los golpes del sujeto recayeron sobre ella, particularmente sobre su rostro. Yo seguía en el suelo, sufriendo grandes dolores, sentí rota una costilla.

A pesar de los dolores, escuchaba el llanto de la mujer y las terribles injurias que profería el sujeto; todo el tiempo le llamaba puta. 

Con gran esfuerzo me puse de pie y confronté al maníaco, lo cual le causó gran irritación. Dejó a la mujer tirada, aparentemente semi inconsciente. Esperaba una nueva embestida por parte de él, pero ocurrió que trató de explicar lo que pasaba. 

No recuerdo exactamente lo que dijo, pues yo mismo me encontraba bastante mal, recuerdo algo que ella era una puta, que acababa de pagarle por un servicio pero que al llegar al hotel trató de drogarlo para  robarle su cartera y no cumplir con aquello para lo que había pagado por adelantado. Ella trató de robarle sugiriendo una fantasía sexual, por lo cual él tuvo que entrar al baño. Ella aprovechó ese instante para retirar la cartera de los pantalones que el cliente había dejado en el suelo.

Al parecer, no era la primera vez que aquel sujeto compraba sexo, pues guardaba condones en su cartera y cuando salió del baño, se dirigió inmediatamente a sus pantalones para asegurarse que no los había olvidado. Fue cuando se percató del robo y demandó una explicación al respecto. Al no obtener respuesta, decidió recuperar su dinero a la mala. Ella tenía otros planes; había preparado una jeringa con alguna sustancia desconocida para inyectarle al representar la fantasía sexual y ahora trataba de defenderse con la misma.

No logró su objetivo, pero usó una lámpara de lectura, fortuitamente colocada cerca de la cabecera de la cama, para golpear y momentáneamente aturdir a su cliente. Fue ahí cuando huyó de la habitación. El sujeto rápidamente se vistió los pantalones y salió tras ella, dándole alcance justo cuando tropezó al tratar de usarme como guardaespaldas.

Pude notar que aquel tipo de tan mala facha no mentía, algo en la manera de contarlo me convenció de que su historia era verdadera. Así que quise cuestionar a la mujer, pero ya había desaparecido. Al darse cuenta de ello, el pobre diablo profirió un terrible grito, lleno de odio e impotencia. Lo comprendo, pues había sido robado, humillado, golpeado por un desconocido y jamás podría ir a la policía a contarle que una prostituta era la responsable de toda esta situación. 

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