martes, 21 de febrero de 2012

Una pequeña esperanza.

Me dan ganas de escribir esto porque tal vez mañana lo olvide, cuando despierte y todo vuelva a ser la misma porquería de siempre. Es difícil concentrarse cuando uno se encuentra lleno de mierda, de tanto inhalar, de tanto beber. Cada vez que voy a vomitar, cuando veo mi reflejo en el espejo espero encontrar una luz que me indique por donde continuar, sin embargo no la hay.

Pasé muchos días aferrado a la supervivencia, esto ya no era vida. Mal comía, medio dormía, me sacaba de la cama la inercia, un trago más, llegar corriendo al baño para devolver lo poco que me alimentaba. Y tan grande fue mi súplica que un día por fin llegó.

Sonó como había esperado, soñé muchas veces con el momento y se presentó cuando me abandoné completamente. ¿No es así como dicen que Dios trabaja? Cuando dejas todo en sus manos... quizá esa era mi esperanza, mi última petición.

Esa pequeña esperanza me mantuvo con vida, al pendiente de mi teléfono, aferrado a un simple aparato, como si este fuera mi marcapasos. Aguanté lo suficiente y ahora que por fin lo tengo me quedé sin fuerzas para continuar. Así como una vez sentí que verdaderamente me amaba y no me equivoqué, así mi corazón me dice que estoy escribiendo mis últimas líneas. Perdón, no pudimos estar juntos. Ahora que llamaste y lo ultimo que te dije fue un Te Amo, lo repito en esta carta para que sepas que es verdad.
Viví en este infierno por mucho tiempo, con una pequeña esperanza. Gracias por eso. 

No hay comentarios: