domingo, 15 de julio de 2012

Otra versión de Encuentro con el Diablo


Cierta tarde de ocio, sumido en reflexiones sobre el futuro y mi vida, invadido por un sentimiento de desesperanza, invoqué al demonio. Creí que no respondería, así como no responde Dios a mis rezos. Pensé que tan solo eran productos de mi imaginación, sin embargo, él sí apareció.

Se manifestó en una forma semihumana pero lo delataba la pez en sus manos y su rostro desfigurado. Su porte era elegante y serio. Sombrío su carácter y con ojos que expresaban un odio terrible.

Con gran miedo pregunté por mi destino y el de los hombres, lo cuestioné sobre su influencia en nuestras decisiones, sobre el papel de Dios en nuestra vida. Él rió largo tiempo, sentí su burla y compasión por mi ignorancia. Para él no representaba más que un estorbo, una criatura infame y aún así, decidió hablar. Tal vez para confundirme, quizá para hacerme sufrir, pero me sorprendió con su historia.

Dijo: Tú vienes a mi con preguntas que generaciones enteras de filósofos no han podido resolver. Vienes tú, despreciable humano, a cuestionar mis obras y las de tu Dios ¿Quién eres y qué te da derecho? ¡Patética criatura! Te contaré una historia.

Eones pasados, cuando mi belleza era aún mayor que la de tu Dios y era aceptado en su Corte Celestial, tu Dios y yo caminábamos juntos por El Vacío y La Nada. Yo le dije -Señor, imagina El Futuro. -Con su gran poder, al pensar en ello, era creado, materializado. Me sorprendí con su poder y ambicioné con poseer esa habilidad. Supe que no me la entregaría tan fácilmente, pues solo Dios tiene la habilidad de Crear.

Así le fui contando lo que yo imaginaba, para crear a través de Él. Al principio una explosión. Se dividió la oscuridad y fue creada La Luz. En ella y con ella creaba. Aparecieron rocas incandescentes y piedra estéril. El Vacío se fue llenando y lo llamó Orden. Superaba mis descripciones y todo lo que tu Dios imaginaba era hermoso.

Mi envidia crecía así como lo hacía aquello que tu Dios llamó Universo. Lo conformó con Galaxias, le dio brillo a los Soles y sembró La Vida en algunos Planetas. Era mi idea, mi visión, mi CREACIÓN.

Seis "Días" pasaron, tu Dios estaba exhausto. Le dije que yo podría ayudarle, que me concediera su poder para terminar su obra. Dios se enojó, su furia liberó un mayor Caos y rompió el equilibrio que tanto le había costado. Se dio cuenta que él simplemente había cumplido mis caprichos. Pero yo quería su poder solo para mi.

En silencio, tu Dios contempló su obra y se fijó en una roca lejana, estéril. Tu Dios la llenó de aire y agua. Hubo calor y pudo florecer la vida. Cuando las condiciones fueron propicias, tu Dios puso a unos seres diminutos, ridículos, débiles, torpes y luego dividió en partes iguales su don de materializar el pensamiento y lo repartió por igual a todos y cada uno de ellos. Tu Dios se quedó con la mayor parte, luego me concedió lo mínimo que podía dar y se retiró a descansar. Era el Séptimo Día.

Desde entonces, he venido seguido a ver como andan ustedes, los seres humanos, porque no saben que hacer con tanto poder.

***
El Demonio se retiró sin decirme que había sido de Dios. Mis preguntas siguen dando vueltas en mi cabeza, sin embargo, creo que ahora yo puedo crear las respuestas.


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