sábado, 2 de junio de 2012

Un niño

El niño mira por la ventana, observa los coches pasar rápidamente por la avenida, espera que uno se estacione cerca de su casa. Nadie esta ahí. Su padre lo mira, sin saber que decir, sin el valor para acercarse y explicar lo que pasa.

La sonrisa no abandona el rostro del niño, cada auto es una chispa de esperanza y son muchos los carros que pasan. Su madre llora encerrada en la habitación, tratando de ocultar la tristeza.

El tiempo pasa y la escena continúa, inmutable.

El atardecer comienza y la madre sale, ahora es el hijo quien llora silenciosamente, inconsolable, en el regazo de su madre. El padre se retira a la cocina y bebe una copa de brandy. Tiene miedo, pero no lo demuestra.

Es la madre quien rompe el silencio, es el dolor de madre lo que da fuerza y reprocha y recrimina. El padre oye sin prestar atención, la copa se llena una y otra vez hasta que le hace olvidar el miedo.

La injurias llenan la casa, contrastan los colores alegres, el ambiente festivo. Bocadillos que se llenan de moscas, un pastel con velas consumidas, gelatina a punto de derretirse. Globos que el viento revienta; estallidos que no se comparan con los que salen de las bocas de aquellos que una vez se juraron amor eterno.

Y un niño llora en silencio, en medio de aquellos clamores. Sus ilusiones caen a pedazos, el sueño acaba y despierta a la realidad mientras retumban en sus oídos palabras que él no comprende: deudas... bastardo... no te cuidaste... aborto... no deseado...

Ya es de noche. Un año más de vida, un cumpleaños más que festejar... sin amigos, sin padres, sin nada que lo haga reír... ¿dónde están los payasos? En frente de él, actuando en el teatro del absurdo.

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