No le dirigí la palabra al acostarnos, no respondí
sus "buenas noches", solo apagué la luz y traté de dormir, dejar de
pensar en ella, en la culpa que sentía. No... No sé. Yo apenas recuerdo lo que
pasó. Estaba acostado y todo era oscuridad, no podía ver nada.
Me levanté de la cama y me dirigí a la cocina. Busque
agua; una enorme sed se había apoderado de mi. Bebí mucha pero no fue
suficiente, decidí volver a la cama y la vi, dormida. Todo daba vueltas, como
si estuviera ebrio, pero no, llevaba más de 5 años sobrio. Dejé de beber por
ella.
Me acosté y respiré su perfume. En ese momento supe
que necesitaba un trago, algo para tranquilizarme. No había sentido esa ansiedad
desde hacía mucho tiempo, me fue difícil controlarme y al poco tiempo cedí al
alcohol. Me vestí en silencio y salí con mucha cautela.
Paré en un mini super, pague una botella de licor y
escondí dos cervezas entre mis ropas. Luego fui a otra tienda y repetí la
operación. Así por varios lugares. Llegué a casa y comencé a beber en la sala,
mezclando las bebidas; con un par de audífonos sin música que sonara.
No quería despertarla, quería que durmiera, así no
podría lastimarla con mis acciones. Aquí es donde las cosas se complican. Pensé
que todo era un mal sueño tengo vagas visiones de lo que sucedió, como
fotografías mal impresas.
Creo que vomité y fue cuando ella despertó, dijo algo
sobre mi comportamiento, preguntó por qué lo hacía. Seguí en silencio, tirando
en el piso del baño. Ella me ayudo a limpiar mi boca y ponerme de pie. Volví a
respirar un perfume y no era el de ella…
Vi la casa al día siguiente, parece obvio que hubo
violencia, pero no lo recuerdo. Todo estaba muy bien, tenía resaca pero estaba
en cama, junto con ella. Le digo que todo fue un mal sueño. Ella estaba
acostada a mi lado.
La abracé, la besé. Le prometí que estaríamos juntos,
que no volvería a tomar y que seríamos felices. Le pedí perdón por ignorarla,
por ser grosero, por no demostrarle mi amor, por… engañarla con otra mujer. Lo
admito, tenía una relación con otra mujer, pero no significaba nada para mí.
Todo lo contrario, esa otra mujer había ido
desgastando la relación con mi esposa, me sentía culpable al ver sus ojos
amorosos recibirme supuestamente de una junta de trabajo, cuando en realidad
estaba con la otra, teniendo sexo.
Traté de no pensar en ello, me excusaba diciendo que
era solo eso: sexo. Un encuentro carnal que empezó cada quince días y se hizo
rutina diaria. Era como masturbarme, pero con otra mujer, no tenía sentido una
relación así, tan impersonal.
Aún así la culpa me invadió como un virus, me tenía
miedo de confundir sus nombres, de hacer el amor con mi esposa y pensar en la
otra. Por eso me alejé, deje de tocarla, de llamarla y poco a poco la relación
se fue haciendo pesada.
Por momentos creí que me había descubierto, tenía
pánico del día que reclamara mi infidelidad. Actuaba a la defensiva ante
cualquier comentario suyo. La verdad es que nunca lo supo o si lo hizo, jamás
lo aceptó. Guardo silencio.
Sí, claro, volviendo a esa noche, no tengo nada más
que decir. Al amanecer la encontré y estaba conmigo, era ella, mi amada esposa,
la persona que me libró del alcoholismo y le dio sentido a mi vida. Y estaba
feliz de tenerla a mi lado.
Ahora me dice que jamás volveré a ver a mi esposa,
que se ha ido. Lo que más temía pasó, pero no fue mi culpa ¿recuerda el otro
perfume en el baño? Era el perfume que usa la otra mujer… prefiero no
pronunciar su nombre, usted sabe bien cómo se llama.
No sé que me pasó, podría jurar que estaba la otra
ahí, riéndose de mi esposa y de mí. Estaba ebrio y todos mis temores parecían
cumplirse, yo… solo reaccioné… en defensa de mi esposa y nuestro matrimonio.
Dice que la maté pero no pude haber sido yo. Yo la
amo, jamás le haría daño. Fue a la otra mujer a quien vi en el baño y fue a la
otra a quien estrangulé por el bien de todos. Ya no habrá nada que se
interponga entre el amor que siento por mi esposa.
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