viernes, 30 de noviembre de 2012

Mi compadre

Nací en la ciudad de la gente influyente; lugar donde todo mundo se conoce y todos conocen a alguien que "les hecha la mano". No es necesario tener mucho dinero, ni pagar los favores con grandes comilonas; más vale saberse leal al Licenciado y estar siempre agradecido; aunque, claro está, también una corbata o una buena loción ayudan a refrendar esa "amistad" con la gente pudiente.


Mi compadre era uno de ellos. Gente "nais" como le decían en algunos lugares o "persona decente" como era llamado en otros. Siempre de traje, porte elegante y finas prendas adquiridas en tiendas departamentales de la Capital del país. Una sonrisa franca y una mano amable era el sello que lo distinguía del resto de sus colegas déspotas. Mi compadre ayudaba a la gente, eso no puedo negarlo.

Fue cierta tarde de noviembre. Él, como casi siempre, tenía reunión de trabajo por la noche. Había que dejar terminado el deber, ningún pendiente para el otro día. Su familia resentía esta actitud, pero pronto olvidaban su enojo al ver los regalos que mi compadre les llevaba. Viajes, lujos, dinero, incluso propiedades; así era el estilo de vida de mi compadre y su familia.

Como decía, fue en una fría tarde de noviembre. Mi compadre estaba por salir a sus reuniones. Lo cierto era que sus llamadas reuniones eran encuentros con cierta mujer de exuberantes proporciones. El punto es que estaba a punto de salir a sus reuniones cuando recibió la llamada del Licenciado Parrazo, persona de gran influencia en las decisiones de gobierno. Temido como enemigo, respetado como aliado.

Una llamada así, tan intempestiva, pone nervioso a cualquiera, sin embargo, mi compadre no se amilanó y respondió con calma. Tengo entendido que, poco a poco, mi compadre fue perdiendo el ánimo estoico, llegando a perder los estribos. Gran error frente a una persona como Parrazo que aprovecha las debilidades para conseguir sus fines.

¿Qué se comentó en esa llamada? Lo supe después, pero cabe mencionarlo en este momento. Por mera casualidad, el Licenciado Parrazo se había enterado de sus "reuniones" con la chica, a quien llamaremos Aria. Según supe, mi compadre la conoció en un teiboldans y pronto comenzó  frecuentar el lugar, siempre pidiendo la atención de Aria.

Como cabía esperar, mi compadre llevó su relación afuera del teibol y comenzó a llenarla de ciertos lujos y detalles. La chica, nada tonta, aceptaba encantada todo lo que viniera de mi compadre y cuando digo todo, es todo. La posición económica de mi compadre podía pagar un departamento, pequeño pero lujoso, para darle "vuelo a la hilacha". Un "nidito de amor" más discreto que los hoteles de paso.

El Lic. Parrazo estaba enterado de todo eso. La ciudad es pequeña y los rumores los esparce el viento con gran facilidad. Parrazo le comentó a mi compadre que sabía su secreto, pero le tendió una mano, "para ayudarse mutuamente". Al principio mi compadre se negó; pensaba que su influencia podía evitar el chantaje de Parrazo, pero al comentarle de supuestas pruebas, perdió la calma.

Parrazo decía tener fotografías y un testimonio en video de Aria confesando su relación. Y para rematar, describía una escena sexual entre mi compadre y Aria a la que tuvo acceso gracias al circuito de vigilancia de un hotel de mala nota. Seguramente el hotel ganaba un dinero extra por estos videos vuyeristas. Mi compadre se encontraba en mala posición... literalmente.

Ponderando sus opciones, mi compadre tuvo que acceder al chantaje. Tendría que ahorrarse el escándalo si pretendía llegar a una diputación y como extra, Parrazo le apoyaría en su candidatura. El trato era simple: debía usar sus contactos con el narco para eliminar a un impertinente. Un pobre diablo que pretendía aspirar más de lo que le corresponde.

Curiosamente, aquel joven tenía cierta habilidad y no se mostraba tan abiertamente como se esperaba de un advenedizo. Quizá tenía cierta experiencia en los bisnes y era cauteloso. Se hacía llamar León, según él porque "el León no es como lo pintan". Cada que escuchaba eso, el Licenciado Parrazo se botaba de la risa. Era ingenioso, lo reconocía, pero falta más que eso para sobrevivir en este negocio.

Mi compadre visitó al X-13, conocido narco. Respetado por el pueblo donde vive, pues les construyó escuela e iglesia. Además, les daba trabajo a todos... de una o de otra forma. Fue difícil acercarse al susodicho, hay que buscarlo por sus otros alias y hasta por su nombre verdadero, que solo sus más allegados conocen. Así visitó la casa del Eutimio López.

Lo que ahí se platicó, ahí se quedo. Lo demás lo supimos por los periódicos. Una noticia así no queda oculta en las páginas interiores; sale a la luz en primera plana, a ocho columnas. Fue una gran noticia para los periódicos locales, una ciudad pequeña no es escenario para estas cosas; al norte del país es donde ocurren estas desgracias, aquí lo más divertido es embriagarse.

En fin, mi compadre tuvo que ponerle una trampa al mentado León. Nada de que pareciera un accidente, se trataba de mandarle un mensaje. Se pasaron de elocuentes y encontraron el cadáver colgado de un puente, con huellas de tortura. Hasta fue chistoso porque estaba colgado de los pies: los brazos y la cabeza fueron repartidos. La cabeza llegó a casa de su mamá: traía el tiro de gracia.

Mi compadre fue informado personalmente por el Licenciado Parrazo: "la operación fue un éxito. Cuente con mi apoyo para su candidatura y en adelante, espero me considere un amigo y recuerde que los amigos nos guardamos secretos". Con estas palabras pudo descansar después de meses de planeación, no solo de su campaña sino del atentado.

Justo al finalizar la llamada del Lic. Parrazo, su esposa trató de comunicarse con mi compadre. Él no respondió la llamada, apagó el teléfono celular y desde su oficina se comunicó con Aria. Tenía la tarde libre y quería festejar con ella, sin embargo, Aria tampoco respondió la llamada. Con sus deseos sexuales medio frustrados, tuvo que contentarse con las putas de otro teibol.

Llegó a su casa al otro día. Con resaca y dolor de cabeza, pero aún así notó la ausencia de habitantes en la casa. De su mujer podría esperarlo, luego de ignorar sus llamadas, pero se extrañaba por no encontrar al personal de limpieza. Prendió su celular y comenzó a leer uno a uno los mensajes de sus esposa, su hermana y hasta su madre.

Lloró mucho tiempo, en la soledad de su casa. No tuvo el valor de llegar al velorio. A mi compadre lo encontraron muerto, se había metido un plomazo. Su teléfono estaba prendido y un mensaje brillaba en la pantalla: "Mataron a nuestro hijo. Lo colgaron de un puente y me trajeron su cabeza. ¿En que chingados andas metido?

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